martes, 8 de junio de 2010


casino Contador encuestas

capítulo 1

Aquella calurosa noche de Junio, Yaiza había dado a luz a su segundo hijo… un pequeño niño de piel pálida, ojos verdes como la esmeralda y un cabello de un color castaño intenso, que ahora se hallaba durmiendo plácidamente entre los brazos de su madre.
Todos estaban impresionados al comprobar que los rasgos del pequeño no se asemejaban nada a los de su madre, y mucho menos a los de su padre, ya que los dos tenían una piel muy bruna y unos ojos de un color chocolate oscuro, casi negro.
Horas más tarde de nacer el pequeño, una enfermera irrumpió en la habitación de la clínica y dijo muy educadamente:
-Perdónenme, pero el doctor necesita que le lleve a su hijo.
-A mi hijo, ¿por qué?- preguntó la madre con cara de preocupación.
-Tranquila señora, no es nada, debemos hacerle unas pruebas como a todos los recién nacidos para descartar cualquier tipo de enfermedad- Aclaró la enfermera con tal de calmarla.
-Ah, en ese caso… - Yaiza alzó al pequeño con la poca fuerza de la que disponía en ese instante, en sus brazos y se lo entregó a la enfermera.
La cara de Yaiza había cambiado completamente al oír las palabras de aquella joven, se sentía sofocada, angustiada, preocupada por si algo le pudiera pasar a su pequeño. Sólo lo había tenido una o dos horas entre sus brazos pero ya parecía quererlo como si hubiera vivido toda una vida junto a él.
La enfermera se lo llevo a una sala oscura, no se veía nada, solo se distinguían varias sombras, la enfermera les dijo:
-Aquí tenéis al pequeño…
-Y pensar que una "cosita" tan pequeña puede llegar a ser tan peligrosa…- dijo un misterioso hombre vestido de negro.
-¿Qué vais a hacer con él?-preguntó la enfermera
-Lo mismo que con los demás, le haremos pruebas y veremos si nos puede ser de utilidad, si es así lo internaremos junto a los demás - afirmó
-Sí, y cómo nos pillen se nos caerá el pelo Lenn...
-No nos pillaron antes... ¿por qué nos iban a pillar ahora? Tenemos ciento veinte niños especiales en nuestro internado, y ninguna de las madres que los perdieron han descubierto su paradero- afirmó el... con un tono irónico.
-Está bien... es mi palabra contra la tuya, de todas formas, más te vale que si se enteran no sepan que yo he sido cómplice de este secuestro... Quiero mantener este trabajo, lo necesito, y tú lo sabes mejor que nadie, sabes por todo lo que he pasado yo por culpa del alcohol...
-No sigas- le cortó aquel hombre desconocido.
-¿Acaso no es verdad?, estoy intentando dejar ese vicio, pero aún así sé que mi hija no volverá a confiar en mi… ¿tú sabes que es que tu propia hija te tena miedo?
-Pero compréndela, no sabes lo duro que es perder a un padre, y más si en ese momento, cuando más te necesitaba, tú empezaste a beber para olvidarte de todo…
-Ya lo sé, metí la pata hasta al fondo y de eso me arrepiento créeme, pero acaso crees que fue fácil superar la muerte de mi marido? gritó en un tono desesperado.
-No estoy diciendo eso, pero mejor será que dejemos el tema…- dijo el hombre al ver que la cosa se complicaba.
-En fin, yo te ayudo a secuestrar a ese niño, lo único que quiero es que no cuentes nada que pueda perjudicarme, de lo contrario te arrepentirás…
-¿Es una amenaza?- dijo con un tono irónico.
-No, es una advertencia.
-Está bien, tranquila, puedes confiar en mi.
-Eso espero Lenn … eso espero…
-Ya puedes irte.
-¿Y que le digo a la madre del pequeño?-
-Dile que ha muerto-
-¿Perdón?, eso no es tan fácil ¿sabes?, para hacer eso hace falta afirmarlo y demostrarlo, y nosotros no tenemos pruebas...
-¡Te he dicho que le digas que ha muerto!, no me pongas peros o saldrás perjudicada-
-Está bien, como usted mande...
Le enfermera salió de aquella tenebrosa sala y decidió esperar unas horas antes de contarle la mala noticia a la madre de Jack, y cuando entró en la sala dónde se encontraba esta, agachó débilmente la cabeza y dijo:
-Lamento darle esta noticia pero... su hijo ha muerto, no hemos podido hacer nada para impedirlo.
Yaiza se quedó paralizada, la enfermera le había dicho que sólo iba a hacerle unas pruebas, y que seguramente no era nada, y ahora, tres horas más tarde viene y le informa de tal noticia.
La pobre mujer, rota de pena, rompió a llorar en medio de toda la sala, pues ella deseaba con todas sus fuerzas tener un hijo, y ahora que lo tenía, todo acababa mal...
El padre y la abuela, que también se encontraban allí, se quedaron boquiabiertos, no se lo creían por más que se lo repitieran, y no tardaron mucho en soltar un mar de lágrimas…
CONTINUARÁ…